Antigua raza que se remonta a la época de dominación española, en que se importaban sementales de raza árabe, bereber y andaluza.

La cría del caballo de las Murgues tuvo lugar hacia el siglo XV. Su lugar de origen se establece en la pintoresca zona de las Murgues, una región de 14.000 hectáreas de bosques de encinas y robles. Por sus venas corre sangre oriental (procedente de los caballos del este llevados al sur de Italia por los españoles) junto con sangre andaluza.

La verdadera historia del caballo de las Murgues se debe a los Condes de Conversano, familia de nobles de amplias miras y extremadamente hábil en la selección de equinos para importar, muy atenta en la selección a las necesidades de los tiempos y las características del lugar.

En el siglo XVIII, el emperador de Austria compró algunos sementales de este tipo que dieron lugar a una de las familias de lipizzanos, los llamados conversanos.

El registro oficial de la raza comenzó en el 1926, a cargo del Depósito de Sementales, transformado más tarde en el Istituto di Incremento Ippico di Foggia.

Es un caballo pesado de andadura muy pausada, ha sido un buen caballo de ejército por su disponibilidad a ejercer funciones de tiro ligero; en la actualidad está considerado como uno de los caballos de campo más robustos y dóciles, y se adapta muy bien al turismo ecuestre, gracias también a su carácter frugal y a su humildad.