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Anemia infecciosa equina
Es una enfermedad causada por un virus, de curso agudo o crónico y afecta a équidos (caballo, mulo, asno). Está caracterizada por presentar diferentes síntomas: fiebre intermitente, pérdida de peso, debilidad creciente, generalmente acompañada de una anemia de grado variable, con mayor tendencia a las hemorragias y a la formación de edemas.
La enfermedad se encuentra distribuida por todo el mundo y es conocida desde aproximadamente el año 1850. Se encuentra intensificada en determinadas regiones geográficas debida a determinadas características del clima, terreno, presencia de vectores, etc.
Las posibilidades de contagio de esta enfermedad son variables, pero la incidencia de esta virosis adquiere cifras importantes en aquellas regiones o áreas donde existe una alta densidad de: a) caballos portadores de esta enfermedad, b) insectos vectores y c) otros medios de propagación.
El curso de esta enfermedad muestra una difusión lenta y esporádica, pero también suele presentarse epidemias o epizootias cuando se presentan determinadas circunstancias para su transmisión, como por ejemplo: abundancia de insectos picadores y el empleo de elementos quirúrgicos y agujas no esterilizados. Presentan generalmente mayor susceptibilidad a infectarse los animales que se encuentran desnutridos, débiles y parasitados, debido que en estos equinos las defensas inmunitarias se encuentran disminuidas.
La transmisión se realiza por la inyección o introducción de sangre (pequeños volúmenes) de un animal infectado a uno sano, que puede ser realizado por los siguientes mecanismos:
· Insectos picadores (tábanos, jejenes, moscas, etc.), que parecen actuar como simples vectores mecánicos, al transmitirlo de un animal enfermo o portador a uno sano.
· Otros medios o formas de transmisión importante de esta enfermedad son las agujas y el instrumental quirúrgico no esterilizado.
· La sonda nasogástrica, el abrebocas, y otros instrumentos pueden actuar en la difusión de esta enfermedad, pero requieren la existencia de heridas o hemorragias de las mucosas tanto del enfermo como el sano.
Una de las principales características que presenta esta enfermedad es que existen animales “portadores”, son équidos que albergan en su organismo los virus que producen esta virosis. Si bien la característica que presenta el portador es que a veces no muestran signos clínicos de padecerla, estos animales se encuentran enfermos (a pesar de que su aspecto general no lo ponga en evidencia) y representan un factor de riesgo muy importante
El virus tiene también la particularidad de encontrarse distribuido en todos los tejidos, secreciones y excreciones, pero la infección por este medio es menor por la baja concentración del virus en los mismos.
El periodo de incubación varía entre 1 a 3 semanas, aunque períodos de 4 días a 3 meses o más se han registrado en infecciones inducidas artificialmente.
La sintomatología que presenta adquiere distintas formas, si se trata de un curso agudo o uno crónico. Pueden observarse animales que presentan fiebre elevada, postración, debilidad muscular, pigmentación amarilla en las mucosas (ictericia), a veces existen hemorragias visibles, anemia, edemas, aumento en la frecuencia y en la intensidad de los ruidos cardíacos luego de un ejercicio leve. Cuando desarrolla con un curso subagudo y crónico, hay fiebre intermitente, debilidad progresiva, depresión marcada, edema de las partes declives o bajas, y pérdida de peso, el trabajo produce un rápido cansancio, con signos de insuficiencia cardiaca y alteraciones respiratorias.
El curso de esta enfermedad es variable, existen animales que se recuperan temporalmente de la etapa aguda, en cambio otros se debilitan progresivamente, caen en decúbito y mueren después de 10 a 14 días.
Los caballos que se recuperan temporalmente pueden permanecer con apariencia normal durante 2 a 3 semanas, y a partir de aquí, recaer con signos análogos, casi siempre graves que le ocasionan la muerte. Las recaídas pueden iniciarse a menudo, debidas a situaciones de alarma o estrés, y se caracterizan por presentarse como episodios febriles y recidivantes, adelgazamiento progresivo, debilidad e insuficiencia cardiaca. Otras veces, algunos animales pueden pasar la etapa aguda y sufrir recaídas en años posteriores.
Algunos caballos pueden mejorar en forma aparente desde el punto de vista clínico, pero es muy importante aclarar que se trata de un enfermo que se transforma en un “portador” del virus y por lo tanto representa un serio riesgo para el contacto y la difusión de esta enfermedad.
En ocasiones, los equinos enfermos parecen normales en condiciones de reposo, pero al someterlos a un esfuerzo de un ejercicio, éste puede provocar la aparición de un acceso, otras veces no rinden en el trabajo y el personal debe cambiarlos reiteradamente.
El diagnóstico se realiza mediante: a) sintomatología clínica y b) un análisis de sangre realizado en el laboratorio que conocido con el nombre de Test de Coggins.
El pronóstico es desfavorable pues no existe un tratamiento efectivo para esta enfermedad y además, no contamos con la posibilidad de realizar una vacunación para prevenirla.
Para prevenir esta enfermedad, es conveniente disminuir los riesgos para el contagio y efectuar análisis periódicos a todos los equinos del establecimiento, mediante la realización del Test de Coggins. Como parte de la protección contra esta enfermedad, debe tomarse una serie de precauciones cuando ingresa un nuevo animal al establecimiento: es conveniente aislarlo, realizar los análisis respectivos y solamente juntarlo con el resto cuando se tenga la seguridad que se trata de animales negativos.
Autor: DR. JORGE M. GENOUD
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