Un nuevo estudio de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) acaba de revelar los puntos críticos que rodean al fenómeno de la agresión canina a los chicos. Según un relevamiento realizado en Corrientes, el problema del ataque canino estaría vinculado con la tendencia a ubicar al animal como un par y al hecho de no ponerle límites.
Al menos eso es lo que registraron entre alumnos de escuelas primarias de esa ciudad un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias, cuando relevaron el comportamiento que experimentaban los menores con sus mascotas.
"Los chicos en su gran mayoría humanizan a sus perros integrándolos a cada actividad familiar como uno más y es justamente ahí donde se origina el quiebre de jerarquía social que el perro debe mantener para comprender su condición de mascota obediente y no agresiva", explicó Patricia Koscinczuk, la docente que viene sondeando a los alumnos correntinos desde hace tres años.
La médica veterinaria inició esta tarea educadora junto con la profesora Susana Le Brech para que la sociedad comprenda lo que significa cuidar responsablemente a sus mascotas y evitar así las agresiones, que en el país rondan las 60 mil al año, según datos del ministerio de Salud de la Nación sin tener en cuenta el número de mordeduras que no se denuncian.
"Hay actitudes muy comunes que se deben desterrar para que el perro no confunda su posición jerárquica dentro de la familia y se vuelva agresivo", subrayó Koscinczuk en diálogo con la publicación institucional El Universitario.
Según esta especialista, "el perro no debe vivir dentro de la casa, ni dormir en la cama con los dueños o los chicos. Tampoco está bien que el perro coma en el mismo lugar que el propietario, ni en el mismo momento que lo hace el resto de la familia".
Al parecer, la veterinaria está convencida que "el animal interpreta éstas acciones de otra manera y cree que esa acción le da una jerarquía mayor que sus dueños y atacando demuestra su poder sobre el resto", resaltó tras haber comprobado decenas de comportamientos caninos.
En este sentido, la teoría de Koscinczuk apunta al establecimiento de una relación verticalista. "Se debe subordinar al animal al grupo familiar. Esto significa darle de comer por último después que los miembros de la familia lo hicieron. Porque donde duerme el jefe no duerme el subordinado", agregó la especialista.
Por otro lado, para evitar agresiones en la vía pública los perros deben llevar collar y correa en todos los casos. Según la médica, el collar no debe ser algo "agresivo" para el perro y tiene que significar para el animal juego y paseo. De ésta forma, circula sin posibilidades de morder y no genera pánico en las terceras personas.
"Sucede que los canes -en especial los de gran porte- que pasean por la vía pública sin bozal generan mucho miedo en las personas. Y el perro en vez de interpretar las endorfinas que libera el cuerpo humano ante el temor como miedo las traduce como ataque, por lo que también sale en defensa propia", aseguró la profesora de la UNNE.
En otro orden, Koscinczuk desmitificó la creencia popular que hay perros más agresivos que otros. "No existen razas más agresivas. La genética interviene tan solo en un 20 o 30% de los casos, el resto es lo que hace el humano entendiendo mal los principios de comunicación con el animal", despejó ante esta suposición.
"Pasa que si te muerde un Doberman o un Rottwailer puede llegar a desgarrar un brazo literalmente. En cambio si te ataca un caniche y la lesión puede ser menor y por lo tanto queda en el anonimato", explicó la docente universitaria.
De hecho, "las razas pequeñas son tanto o más agresivas que las de mayor porte, ya que en general los mayores problemas de agresividad se dan con los perros más chiquitos porque son los que más espacio ganan en la casa y primero pasan a la cama, por lo que se vuelven irascibles muy fácilmente", remarcó.
Por último, la veterinaria apuntó a la necesidad de no separar al cachorro de su madre antes de los 2 meses de vida "porque en ese período él llega a comprender esta comunicación y es cuando la perra sanciona a sus cachorros".
En este sentido, una de las puntas para evitar agresiones pasaría entonces por la educación y una tenencia responsable de una mascota. "El animal necesita vivir en familia subordinado a sus integrantes y no en el mismo nivel porque el perro se adjudica jerarquías que no le corresponden y lo vuelven agresivo en su afán de demostrar su grado", confió la especialista.
Fuente: El Universitario de la UNNE