Su aspecto puede definirse como "cargado de historia"
porque su origen es muy remoto. Perro de guarda por excelencia,
ha encontrado en la Cuenca Partenopea su cuna natural que
lo ha defendido del tiempo, de los acontecimientos, e incluso
de los hombres. Con una altura de hasta 72 cm. y un peso de
70 kg., prefiere los espacios al aire libre donde puede moverse
a gusto. Ha sido el símbolo de la exposición
mundial canina llevada cabo en Verona, en junio de 1980.
La impresión que da el Mastin Napolitano es la de
un perro de gran tamaño, fuerte, vigoroso, muy valiente,
de aspecto tosco pero al mismo tiempo majestuoso. La piel
es abundante pero no adherente, formando en la cabeza una
serie de pliegues muy marcados y presentando en el cuello
una gran papada.
Es una de las razas italianas más características
y conocidas. Su origen es antiquísimo. Desciende del
Mastín del Tíbet que, a través de los
molosos criados por los Griegos, llegó en los tiempos
de la magna Grecia a las costas de la región Campania
italiana. Fueron criados con pericia por los romanos que los
empleaban para el combate y como guardianes. La historia de
esta raza sigue los pasos de la del imperio romano. Con su
caída casi desaparecieron, sólo se salvaron
pocos ejemplares que se conservaron muy celosamente. En la
posguerra Piero Scanziani recuperó espléndidos
ejemplares que, seleccionados con cuidado y pericia dieron
notables resultados. Desde entonces la raza ha experimentado
un auge en Italia y también fuera de sus fronteras.
El origen de esta raza se pierde en la noche
de los tiempos. Desciende ciertamente del Mastín del
Tíbet que, a través de los Molosos, criados por
los griegos tan queridos por Alejandro Magno- llegó en
los tiempos de la magna Grecia a las costas de la región
de la Campania italiana. Estos perros fueron criados con pericia
por los romanos que los emplearon para el combate y como guardianes.
De aquí la conocida definición de "belicosos"
(pugnaces).
La historia del Mastin Napolitano sigue los
pasos de la del imperio romano. Con la caída de este
último, aquellos colosos casi desaparecieron. Sólo
se salvaron pocos ejemplares conservados muy celosamente por
algunos criadores entusiastas, gracias a los cuales este "monumento"
ha podido llegar hasta nosotros. El último "toque"
ha sido dado por el conocido cinólogo y escritor Piero
Scanziani que, en la inmediata postguerra, recuperó espléndidos
ejemplares que, seleccionados con cuidado y pericia dieron notables
resultados. Desde entonces, no resulta exagerado decir que el
Mastín napolitano ha experimentado un cierto auge, especialmente
en Italia, que ha llegado también a atravesar sus fronteras.
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