El Setter Irlandes, que recibe su nombre por su tierra de
origen, está dotado de un gran olfato así como
de velocidad en sus movimientos. Esta raza es de especial
utilidad en la caza, habilidad que combina con el carácter
cariñoso y leal hacia el hombre, por lo que es habitual
tenerlos en los hogares familiares como animal de compañía.
Inicialmente, este perro fue utilizado para la caza, pero
en la actualidad es uno de los perros más habituales
en las viviendas debido a su bello y elegante físico
y a su carácter afable con los más pequeños.
El Setter Irlandes se caracteriza, sobre todo, por ser un
animal amigable, cariñoso y muy activo. Su carácter
atlético hace que éste sea un perro ideal para
alguien deportista, al que le guste salir a disfrutar de la
naturaleza en su tiempo libre. Y es que, conviene saber que
el Setter necesita abundantes dosis de ejercicio; puesto que
es un gran atleta y es necesario para su salud.
Como su nombre indica, proviene de Irlanda.
Éste es uno de los datos más concretos que se
dispone sobre su verdadero origen, ya que, una vez más,
las teorías sobre su formación son múltiples.
Bastantes autores y estudiosos insisten en que proceden de los
Spaniel, algunos puntualizan más y creen que proceden
exactamente del Water Spaniel, según los resultados reflejados
al estudiar algunas excavaciones irlandesas.
Otras referencias determinan que en los siglos
XV y XVI aparecen perros que trabajan en la caza con halcón,
posiblemente Spaniel entrenados para ello y que recibían
el nombre de «setter». Mucho antes ya se criaban
perros para la cetrería en España, de donde salieron
hasta alcanzar las costas irlandesas; allí al principio
recibían el nombre de «spayne», así
era como se escribía en aquella época. Otras teorías
apuntan que el ascendiente más directo del Setter Irlandés
sería el Pointer mezclado con el Water Spaniel, incluso
con el Bloodhound. La más extendida y comúnmente
aceptada es la que propone que sería el resultado de
un cruce entre Spaniel y Pointer.
Setter significa apuntador, fijador y posicionador,
y para ello se fue seleccionando y criando. Como se puede deducir
dada la actividad para la que se crió, fue la aristocracia
la que más influyó en su aspecto. En los siglos
XVII, XVIII y XIX se llevó a cabo una cría en
grupos aislados; unos cruzaron esos Spaniel rojos y blancos
hasta conseguir un perro con buen olfato y obediente; otros
preferían insistir en aspectos estéticos, como
el color. La polémica sobre su cría basada en
criterios de belleza frente a aptitudes para la caza se remonta,
como podemos ver, hasta muy atrás en el tiempo y persiste
hoy día.
En 1800 se constata la diversidad de criterios
sobre el color rojo completo. Algunos los preferían blancos
y rojos por motivos cinegéticos, aunque había
quienes dejaban de lado este punto. Los primeros ejemplares
completamente rojos nacieron de cruces con el Setter Gordon,
entonces conocido como Setter negro y café. Sin embargo,
este cruce dio ejemplares completamente negros, algo indeseable
incluso en aquella época. Poco a poco, para poder fijar
el color se fueron dejando de lado sus facultades como cazador.
El primer criador conocido de Setter Irlandes
rojo fue Maurice O’Connor, labor que llevó a cabo
durante los años 1770-1818. Robert La Touche continuó
con este esfuerzo, de modo que llegó a ser el fundador
de uno de los criaderos más famosos de todos los tiempos.
Con el tiempo se sucedieron los distintos entusiastas, uno de
ellos, al que se ha considerado como padre de la raza, fue John
G. Kin.
El primer momento de declive del Setter Irlandes
lo produjo la I Guerra Mundial, aun así pudo recuperarse;
sin embargo, no lo hizo tan fácilmente después
de la segunda contienda internacional, al menos hasta la sexta
década del siglo XX, momento desde el que no ha perdido
ni un ápice de su popularidad.
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