Resulta casi siempre difícil hacer Historia de la historia de una raza canina, pero en el caso del cane corso había suficiente documentación que revelaba su presencia desde muy antiguo en la parte meridional de lo que hoy es Italia. Ciertamente hubo que remontarse a muchos siglos atrás, conocer las leyendas de los habitantes del Mezzogiorno, investigar su folklore y tradiciones más arraigadas, conocer su historia y las supersticiones de todo un pueblo, pero, finalmente, después de muchos años de ardua e intensa labor de investigación, el profesor Fernando Casolino, de la SACC, consiguió reunir suficientes datos referidos a este impresionante animal y ello porque han sido muchas, muchísimas las referencias escritas y pietóricas que se han encontrado sobre este perro. Cabe destacar algunas que se remontan tan atrás en el tiempo como por ejemplo los siglos XV y XVI, tal es el caso de los poemas burlescos escritos en italiano entreverado con latín del fraile benedictino Folengo o las citas en el "De Quadrupelibus", del reputado médico y naturalista Gessner, conocido como el "Plinio alemán", sin olvidar la detalladísima descripción del ínclito Valvassone, que evidenciaba su potencia y la fortaleza de sus maxilares en el "Poema de la cabeza".
Ya en el siglo XVIII, el Conde de Leclerc, Georges Buffon, le mencionó en su "Historia natural" como también lo hizo Oronzio Costa en su tratado sobre "La fauna del Reino de Nápoles", publicado en 1839. Treinta años más tarde Palumbo escribió también sobre nuestro protagonista en su "Catálogo de mamíferos de Sicilia". Las citas continuaron siendo frecuentes y ya en 1900 Spalikowski le mencionó en su obra "Evolución del Perro en la Sociedad Humana", de imprenscindible lectura para todos los amantes de los perros; mucho más cercanos en tiempo son los artículos y obras publicados por Fiorenzo Fiorone, Danilo Mainardi, Bonatti Mizzoli y como no, mi buen amigo Mario Perricone, quién en la "Gran Enciclopedia del perro" publicada por Agostino en 1987, escribió ampliamente sobre la raza, en el que se considera el artículo monográfico más importantes sobre el cane corso. Recientemente también De Prisco y Johson le citan en el "Canine Lexicon" refiriéndose a él como "una recreación del antiguo Cane de Marcellaio" ,bajo el epígrafe de "Sicilian Branchiero", explicando que existía exclusivamente en Sicilia y que era conocido por su particular forma de moverse frente al rebaño, por lo que según los autores podría tener incluso relación con el bullenbeiser alemán y que "en la isla funcionaba como un perro de carnicero y un conductor de rebaños de habilidades únicas" que, en un tiempo "pudo participar en peleas de toros igual que lo hicieron otros perros de carniceros en el Continente".
De Prisco y Johson afirman también que en los ochenta llegaron a EE.UU. los primeros cachorros importados por un granjero siciliano que murió poco después y que constituyen la escasa base de cría en ese país.