Utilizado durante mucho tiempo como perro de caza, convertido
luego en el típico perro de los cocheros, para terminar
entre las razas de compañía, el Dálmata
debe su último momento de esplendor a una famosa película
de Walt Disney. Extremadamente limpio, se encariña
con el amo, pero, sin embargo, sabe mantener una conducta
independiente a cierta distancia con él, que al ojo
del profano puede incluso parecer desinterés.
Aunque en esta raza el nombre indica su tierra de origen,
parece, sin embargo, que este perro es el fruto de cruzamiento
entre el Pointer (como lo demostraría su utilización
para la caza) y el Bull terrier, realizados por un grupo de
criadores ingleses.
Conocido en Italia ya desde el siglo XVII, fue, durante un
cierto período, casi el símbolo de los Papas,
pues era tenido en gran consideración; en cambio, en
Francia, a mediados de siglo siguiente, obtuvo éxito
como perro de las carrozas. Los nobles, en efecto, solían
hacer seguir a sus hermosas carrozas por jaurías relativamente
numerosas de estos perros para mostrarle al pueblo todo su
poder y su riqueza. Siguió un período de decadencia,
que duró hasta finales de los años cincuenta
de nuestro siglo. A partir de entonces, el número de
apasionados comenzó nuevamente a aumentar, en Inglaterra,
Francia y Alemania.
A lo largo de la historia se han descubierto
en zonas de la antigua Asia, África y Europa grabados,
pinturas, escritos, etc., que representan o hablan de perros
moteados cuyo tamaño y tipo recuerdan bastante al Dálmata
de nuestros días; si bien parece que su tamaño
era algo menor.
Las referencias históricas tienen muy diversa cronología;
por ejemplo, en frescos de tumbas de faraones egipcios se han
encontrado perros con una estampa semejante a la del Dálmata,
lo que hace que muchos autores se alejen de la idea de atribuirle
un origen puramente europeo. Hay entendidos que opinan que,
al igual que otras razas, se ha desarrollado en Europa después
de haber sido introducido hace tiempo.
Otra hipótesis, aunque más reciente,
asegura que el Dálmata puede provenir del Dogo Alemán,
exactamente de la variedad arlequín, de hecho en algunos
lugares de Europa se le conoce aún como «Petit
Danois». Esta idea no es aceptada por muchos, pues su
aspecto es muy diferente al del Dogo, sobre todo en la cabeza,
que en el Dálmata es tipo bracoide, o porque las marcas
de éste se deben a un gen distinto al que las produce
en el Dogo.
Existen teorías que sitúan su
origen en Francia o Italia, si bien la que finalmente aceptó
la Federación Cinológica Internacional (FCI) es
la que sitúa su cuna en Dalmacia, a orillas del Adriático,
en lo que hoy es la República de Croacia y anteriormente
pertenecía a la antigua Yugoslavia.
Esta adjudicación ha sido muy controvertida
debido a que hay pruebas suficientes para demostrar que los
primeros Dálmatas se importaron a Croacia desde Inglaterra
bien entrado el siglo XX, sin haber indicios sobre su existencia
anterior en este lugar.
Al margen de su auténtico origen, es cierto que después
de la Edad Media se difundió por muchos lugares de Europa.
Tal vez quienes contribuyeron en parte a esta difusión,
y a su posterior popularidad, fueron los grupos de antiguos
gitanos, quienes se hacían acompañar por ejemplares
de esta raza.
Su fama se extendió a Gran Bretaña
gracias a miembros de la clase alta, que en aquellos tiempos
solían hacer viajes por Europa y en algunas ocasiones
regresaban con estos llamativos perros moteados. Pronto se extendieron
entre la aristocracia británica, que los utilizaba como
perros de carroza; en aquel país, al igual que en Francia,
miembros de la nobleza hacían seguir sus carruajes por
Dálmatas como signo de poder y distinción.
En el Reino Unido fueron utilizados por los
bomberos como perro de salvamento. Al principio se usaban como
cazadores de ratas en los parques de coches y establos, luego
comenzaron a seguir a los vehículos en sus salidas y
con el tiempo participaron en las labores de rescate. En la
actualidad no se les utiliza para la caza, en cambio en el pasado
realizó esta labor con verdadera capacidad.
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