El Dogo de Burdeos es una de las razas francesas más
antiguas, proveniente de los mastines orientales llegados
a Europa con las hordas bárbaras. En épocas
más recientes otras razas han contribuido a la definición
de este perro: seguramente el Mastiff, el Bulldog Inglés
y el Dogo Alemán. El resultado que se ha obtenido es
un perro de enorme fuerza y potencia en menoscabo de la agilidad
y velocidad.
Antiguamente era también utilizado para la caza de
grandes animales y para los combates en las arenas. Posteriormente,
una vez que se terminaron las grandes cacerías y aquel
tipo de espectáculos de circo, su popularidad disminuyó
sensiblemente, limitándose su empleo a custodiar las
propiedades.
Su aspecto general da idea de gran fuerza y potencia. La
cabeza es muy voluminosa y con una serie de pliegues bastante
marcados. El hocico es corto, potente y su dentadura muy fuerte
(ligeramente prognata). Labio abundante, ojos bastante distanciados
entre sí de color ámbar oscuro. Las orejas colgantes,
no muy grandes son de inserción bastante alta. El tronco
tiene un tórax amplio y bien redondeado, las extremidades
son muy musculosas. El color varía del caoba al leonado
dorado, la piel es moderadamente abundante. El pelo es fino
y corto. Es importante que su andar sea muy elástico
y ponga majestuosamente en evidencia su gran potencia.
El Dogo de Burdeos o de Bordeaux, juntamente
con el Mastín Napolitano y el Mastiff Ingles forman el
clásico conjunto de Molosos ligado con los desaparecidos
Mastines Asiáticos, aunque existen notorias diferencias
entre ellos.
Estos Mastines, utilizados dos milenios antes de J. C. en jaurías
de guerras por los asirios y más tarde por egipcios y
griegos, fueron llevados de Oriente a Occidente por el Imperio
Romano quien los llamó "Canis pugnaces" (Perros
de combate).
Fueron empleados como combatientes en las guerras y como guardianes
en la paz. Fueron ellos los que dieron origen a las diversas
Razas de Molosos modernos, que se conformaron según la
preferencia de los nativos en las regiones donde se asentaron.
En el siglo XIV en Francia existe el Dogo de
agarre o "Veautre", que son los antecesores del Dogo
de Burdeos. Extendida por toda Francia era frecuente verla cuidando
haciendas, y por la noche, a diferencia de los perros pastores,
no solo delataba sino que enfrentaba con éxito a los
lobos.
En pleno siglo XVII la burguesía acomodada
y la clase social dirigente los adopta para su custodia, cosa
que resulta nefasta para la raza, pues la Revolución
Francesa aniquila a los amos en unión con sus bravos
guardianes; conservándose aún leyendas de heroicas
y asombrosas defensas de castillos y de amos decapitados.
Los pocos que conservó el pueblo los
tilda de feroces y comienza a utilizarlos, tal vez por ignorancia
o por crueldad, como perro para combates. No solo deben pelear
entre sí, sino con lobos y osos como antaño, pero
esta vez como espectáculo y por dinero. Las peleas son
muy populares en los barrios de París, y clandestinamente
siguieron hasta la Primera Guerra, dejando aún en el
recuerdo de viejos parisinos el nombre de perros excepcionales
en esos atroces torneos donde mostraron el valor y el temple
de un perfecto Gladiador.
En 1863 tuvo lugar en París, en el Jardín
de Aclimatación, la primera exposición canina
francesa. Los dogos de Burdeos aparecían bajo su nombre
actual. Han existido diferentes tipos: tipo tolosano, tipo parisino
y tipo bordelés, que dio origen al dogo actual. La raza,
que había sufrido mucho durante las dos guerras mundiales,
hasta el punto de encontrarse en peligro de extinción,
después de la guerra de 1939 a 1945 recobró su
desarrollo en los años 60.
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