Desde su más tierna infancia el
Samoyedo derrocha simpatía. Es muy juguetón durante
toda su vida y posee un carácter muy amistoso. Le encanta
pasear por el campo, bañarse en la playa, el río,
el pantano, la nieve. Debido a que en su lugar de origen dormían
junto al dueño para proporcionarle calor, el Samoyedo
querrá subirse a la cama con él. Procura hacer
siempre lo que desea, por lo que se necesita especial paciencia
a la hora de adiestrarle. No es apto como perro de defensa o
guarda, para él no existen enemigos.
Los Samoyedo deben ser educados con firmeza
y paciencia. Su hermoso pelaje blanco requiere un cuidado intenso,
sobre todo en los jóvenes y la época de muda (en
caso contrario bastará con cepillarlos una vez a la semana).
Si están mojados o sucios deberán recomponerse
lo más rápido posible para que el pelo no sufra
demasiado. Necesitan grandes espacios para corretear y hacer
ejercicio. Los Samoyedo son particularmente propensos a la displasia
de la cadera y algunos padecen la diabetes. También pueden
padecer de alergias.
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