Todas las razas
de perros japonesas reciben el nombre de su lugar de origen
y después se añade la palabra «inu»
(perro, en japonés). La raza Akita Inu es la de mayor
tamaño de todas ellas y procede de la región
de Akita, que se encuentra en el norte oriental de la isla
Honshu, territorio montañoso, muy rocoso y con un clima
extremo. Allí, además de utilizarse como perro
de caza, su posesión era un signo de riqueza, una muestra
del poder social que ostentaba el dueño.
Se puede asegurar que la raza existe debido al carácter
proteccionista del Gobierno japonés, ya que estuvo
a punto de desaparecer en varias ocasiones, entre otras, durante
la II Guerra Mundial. Para su recuperación se seleccionaron
los ejemplares más típicos; tan estricto llegó
a ser el control de camadas que todavía en la actualidad
hay que disponer de un padrino para poder conseguir un ejemplar
de condiciones destacadas. Su exportación se prohibió
en 1931, circunstancia que no tuvieron en cuenta los soldados
estadounidenses cuando se llevaron a su país algunos
ejemplares de recuerdo.
El estándar del American Kennel Club fue redactado
con la ayuda de expertos japoneses en 1956; sin embargo, no
se le reconoció hasta 1973. Debido a este período
de cría sin un control específico, se les llegó
a cruzar con perros de otras razas, aparecieron ejemplares
heterogéneos, de una talla exagerada, atípicos
según los seleccionados en Japón, pero que debido
al ostracismo cultural de este último país no
se podían conocer.
Todas las razones aquí expuestas hicieron que dentro
de la raza Akita Inu se desarrollaran dos líneas perfectamente
diferenciadas, la japonesa y la estadounidense. Con el tiempo
el Akita Inu japonés sería el aceptado por la
FCI, aunque recientemente el Akita Inu Americano ha sido reconocido
como raza independiente. |